EXPOSICIÓN TEMPORAL

Los otros rostros de Nicaragua

Colección de Máscaras Latinoamericanas de Claudio Rama

El actual territorio de Nicaragua tenía varias lenguas (Nahuatl, Chorotega, Nahoa) y varios tipos de población y creencias religiosas hasta la llegada de los españoles. Desde entonces se produjo, como en toda América Latina, un fuerte proceso de evangelización, transculturización e inmigración que fue altamente diferenciado entre la costa Pacífica, más de influencia española, y la Costa Atlántica, con influencias caribeñas. Aún podemos encontrar dos Nicaraguas diferenciadas en lo cultural y social. Esta muestra se limita a algunas expresiones mascareras del área del Pacifico, con un particular sincretismo cultural con raíz cristiana.

Las manifestaciones de Danzas con máscaras muestran una presencia de fiestas gestadas en la evangelización y la resistencia, con originales expresiones teatrales como el Baile del Gueguense o del Macho Ratón, reconocido como la primera pieza de teatro colonial de resistencia, así como de otras como la Danza del Gigante y la Danza de los Mantudos.

Otra línea de expresiones de fuerte impulso de la sociedad de los doctores del siglo XIX por ejemplo la Danza de los Diablitos o la Danza del Viejo y la Vieja, expresan tanto lo popular como lo elitista en los temas y a la vez el desenfreno liberal. Ellas se manifiestan fundamentalmente en fiestas religiosas como la de San Sebastián.

Encontramos también una expresión de las culturas inmigrantes en las Danzas Gitanas o Hungaras, conocidas también como el baile de las ”Aparecidas” por su carácter misterioso de aparecer de repente en las fiestas populares, y por no saberse bien cómo llegaron a Nicaragua. Esta presencia de la cultura de los gitanos estuvo extinta y fue recuperada en las últimas décadas. Finalmente encontramos una destacada manifestación, la Procesión de los Agüizotes, vista como expresión del nahualismo y de los mitos y tradiciones populares Esta tradición la encontramos en varios países centroamericanos y con fuerza también en Costa Rica.

En 1880, Rubén Dario describió esta fiesta en su poema “El Gueguense” y muestra a los agüizotes como personajes fantasmagóricos que recorren las calles de Masaya asustando a los espectadores.

En el siglo XX, la fiesta de los agüizotes ganó popularidad y en 1916 fue declarada patrimonio cultural de Nicaragua.